Cualquier libro entretenido me hace feliz, esas románticas con escenas graciosas o El principito que en cada aventura te hace sonreir mientras te enseña sobre la vida. Recientemente leí uno precioso que contenía unos dialogos que me encantaron, en donde las escenas estaban plagadas de un ambiente hogareño y tradicional. Me sentí en casa mientras pasaba sus paginas, me senti feliz. Ese libro no es otro que La pagina rasgada de Nieves Hidalgo. Les dejó un pequeño dialogo que me pareció tierno y me robó una sonrisa.
—Todo es más caro, abuela, eso que me cuentas pasó hace siglos.
—Eso es verdad, todo ha subido. ¿Sabes lo que costaban esos bonos entonces? Cuatro pesetas para las señoritas. Allí iba a cortarse el pelo lo mejor de Madrid. También iban a despiojarse, claro. O a embadurnarse de lociones que traían del extranjero. O sea, de Rusia.
Cuando llegábamos a ese punto, y salía Rusia a relucir, yo sabía que lo mejor era no sacarla de su error. Porque para mi abuela sólo existían dos puntos cardinales: Madrid y Rusia. Todo lo que estuviese alejado del centro de la capital más de cien kilómetros, aunque ella ignoraba qué distancia era ésa, ya entraba en territorio ruso.
Era muy normal que al hablarle, por ejemplo, de una pastilla para el dolor de cabeza fabricada en Francia, preguntara:
—¿Dónde está eso? ¿Más allá de Rusia?
No sé yo qué obsesión tenía mi abuela con ese país que tal vez quedó grabado en su mente a cuenta de los nacionales y los rojos, que decían que estaban inducidos por los rusos. No había forma de hacerle entender que España era Grande —además de Una y Libre, como se acuñó en el Régimen— y que existían otros muchos países además del nuestro y la Rusia comunista.
Pag N°:54-55
Este libro me llama desde hace tiempo, además de que la portada me parece preciosa. La pega: que solamente he conseguido encontrarlo para Kindle en Amazon y desgraciadamente, yo no tengo Kindle. Pero algún día lo leeré.
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