Rodeada
de oscuridad y con un cd de Muse rodando en el equipo de música del coche,
Micaela miraba con ojos soñolientos como se consumía trecho a trecho la línea
blanca de la carretera interestatal; aun llevaba el pijama puesto bajo su
chaqueta de cuero, se le hacía extraño sentir con las suaves pantuflas el
acelerador pero uno de los amigos de su hermana le acaba de avisar por mensaje
de texto que su hermanita estaba en un disco en un pueblo cercano donde las
drogas de alto voltaje era la orden del día, y la necia siendo una menor de
edad podría dar paso a problemas aun mayores que un subidón. Paola era una
chica preciosa pero demasiado Emo, Micaela tuvo los mismos problemas que ella
aumentados porque tuvo que criar a su hermana pequeña y dejar sus esperanzas de
estudiar arquitectura; de las dos solo ella podía trabajar para salir adelante
y Pao se hundía en la depresión y autocompasión. Encendiendo la calefacción mire
a los lados de la oscura carretera, la gigantescas sombras de los arboles desaparecían
a medida que el ocaso del nuevo día se mostraba en el cielo gris, una luz del
tablero se encendió y empezó a titilar, soltando una maldición, detuve en el
anden el coche, mire de nuevo la luz que de pronto había dejado de encenderse hacia
frio y rogaba por no tener que bajarme en medio de la vía por el tanque vacio,
francamente su hermana pagaría con creces esa fechoría. Mire a los lados y no
vi nada, al mirar el retrovisor pude distinguir una pequeña luz purpura en la
distancia que parecía moverse y volverse mas grande a medida que se acercaba,
Micaela no atinaba a reaccionar poco a poco la luz fue tomando la figura de la
chaqueta purpura de su hermanita Paola y el resto de su semblante blancuzco y
cubierto con la ropa negra. La observe y me baje en el acto, se veía extraña, etérea
y frágil. No me vio a los ojos y pensé que era por vergüenza, pero en un tono
bajito me dijo:
“Mica, paso algo ven a ver”.
Pensé
que era uno de sus amigos con sobredosis o algo así la seguí hasta el lugar y
al ver la escena corrí al sitio dejando las pantuflas en el recorrido, un viejo
coche estaba coleccionado contra un viejo roble
A orillas de un charco, el cuerpo de un joven vestido
de negro yacía a pocos metros semi inconsciente y gritaba agónicamente el
nombre de alguien, me acerque a su lado y le sujete con cuidado la cabeza
empapada de sangre. Me miro por un instante y dijo entre balbuceos:
“Pa..pa..ola esta den..tr”,
No
llegue a oír lo demás, casi frenéticamente me acerque a los restos del vehículo
y la imagen que vi me detuvo, mi hermanita Paola reposaba dentro del coche en un
ángulo extraño, parecía la metáfora de un pajarillo que cae desde muy alto y se
estrella en el pavimento dejando los miembros de cualquier manera y su chaqueta
purpura empapada de sangre. Sus ojos estaban semi cerrados, su cabeza tenía un ángulo
antinatural y estaba impactado contra los restos del parabrisas. Caí de
rodillas con una exclamación de espanto, horror y dolor indescriptible. Comencé
a temblar y de pronto recordé que Paola me había ido a buscar al coche a más de
100mts de allí, levante el rostro y mire a los lados, allí estaba a pocos pasos
de mi su imagen etérea y frágil con la cabeza gacha dijo con un hilo de voz:
“Lo
siento”.
Ella levantó la mirada, yo esperaba aquella
mirada verde tan de ella, pero para mi terror solo dos agujeros huecos estaban
en su lugar y de ellos rodaron lagrimas salidas de esos hoyos negros
extraños, poco a poco esa imagen de mi niña Paola se desvaneció ante mis ojos. Salí gritando de espantó al pavimento
de la carretera ,ya había amanecido y el día era brillante y
soleado, pero para Micaela era uno de los más negros y grises.
Me ha recordado mucho a este relato de Pepe Pereza: http://pepepereza.blogspot.com/2009/06/la-suicida.html
ResponderEliminarÉchale un ojo, puede que te guste.
Un besazo