Hola lectores!!!
Pues un poco largo el titulo, pero es necesario. Debido a que me dejaron saber en una ocasión anterior que les interesaba leer la continuación de la historia de Mark Diaz "Un corazón que salvar", la cual inicié gracias a un proyecto de Adictos a la Escritura el mes pasado. Hoy les traigo el primer capitulo de la misma, en donde la historia continúa. Subiré cada capitulo por aquí, pero para llevar un poco más organizado todo, he creado un blog exclusivamente para la novela, sería algo así como un blog-novela, en donde podrán acceder y leer cada capitulo si gustan. No es necesario se suscriban allí pero pueden hacerlo si gustan.
Estoy enamorada de la historia y tengo muchas ideas para incluir, pero me encantaría contar con el apoyo y opinión sincera de todos ustedes. Les dejaré el enlace de la blog novela Un Corazón que Salvar , ademas del Capitulo 1. Espero sus comentarios y sugerencias.
Nos leemos!
Capítulo
1
Villa Hermosa, en la actualidad
Mark estaba verdaderamente agotado, y mientras se sentaba en el viejo sofá de su apartamento, puso su chaqueta de cuero negra de cualquiera manera al lado. Respirando profundamente, se tocó las sienes, estas le latían dolorosamente desde temprano. Con pesadez se levantó y se dirigió al botiquín detrás de la puerta del baño, con los ojos achicados tanteó hasta encontrar sus píldoras para la migraña. Solo le quedaban dos, las tomó ambas con un vaso de agua y se dirigió al pasillo que daba a su habitación.
El suyo era un apartamento pequeño sin adornos ni cuadros, solo el viejo sofá, la tele y una vieja mesa, era todo lo que se podía ver en la sala a simple vista; en la cocina reposaba encima de la mesada de losas blancas una cafetera y un microondas, al lado de estos un pequeño refrigerador con un arsenal de comida para micro, generalmente solo iba a casa a dormir así que nunca vio la necesidad de comprar una cocina ni toda su parafernalia. Su habitación seguía el mismo patrón de tamaño y escasa decoración que el resto del piso, se dirigió hacia el baño ubicado a mano izquierda, sin encender la luz se desnudo y entró en la ducha. El agua fresca le calmo poco a poco el cansancio y el malestar. Luego de ducharse por unos minutos salió, apenas se seco y se tiró a la cama, el colchón crujió bajo sus casi dos metros de altura y proporcional peso, mirando el techo ya sentía como poco a poco el analgésico hacia su trabajo, pero no lo suficiente. Una vez más, el rostro de Elizabeth invadió como una neblina sus sueños.